Campaña Admirable 23 de Mayo de 1813
ENTRADA TRIUNFAL DE BOLÍVAR A LA VILLA DE SAN BUENAVENTURA DE EJIDO Y A LA CIUDAD DE SANTIAGO DE LOS CABALLEROS DE MÉRIDA
Por: Julio Villamizar
Con la Capitulación del Generalísimo Francisco de Miranda, el 25 de julio de 1812, Venezuela había regresado al sistema colonial; que con gran habilidad fuera derrotado el 19 de abril de 1810, fecha en que se constituye la Primera República. Los patriotas tomaron el camino del exilio: Bolívar solicita pasaporte para Curazao y desde allí viaja a Cartagena de Indias, en el mes de noviembre de 1812. en esta ciudad neogranadina se consigue un gran número de compatriotas que escapan de las nuevas autoridades españolas.
Bolívar aprovecha el tiempo, incorporándose al Ejército de la Provincia de Cartagena de Indias, y preparando los ánimos a favor de sus planes: publica el “Manifiesto de Cartagena”, dirigido al pueblo de esta ciudad y al de América entera. En este trascendental documento hace un análisis objetivo de las causas que condujeron a la quiebra de la Primera República en su patria Venezuela. Mientras tanto, organiza y dirige exitosamente las campañas militares de Magdalena y Cúcuta. Flanquea el paso de la invasión realista por el norte, persiguiendo a Correa y lo derrota en la ciudad de Cúcuta, el 28 de febrero de 1813, y pasa la frontera el 1º de marzo de ese mismo año. Ya en tierras venezolanas, saluda a los hijos de San Antonio del Táchira, con una hermosa proclama en la que se titula “Comandante de Jefe del Ejército combinado de Cartagena y de la Unión ”. El 7 de mayo de 1813, recibe del Congreso neogranadino el permiso para avanzar sobre las Provincias de Mérida y Trujillo. Esta autorización estaba firmada por Don Camilo Torres, Presidente de la Nueva Granada. Dicha autorización era un manifiesto a los venezolanos, en nombre del Congreso de la Nueva Granada , y en uno de sus párrafos expresaba:
“Es tiempo de tomar venganza de estas fieras desencadenadas sobre vosotros, que saquean vuestras casas y asesinan a vuestros ciudadanos…corred a las armas, venezolanos, sacudid esas cadenas vergonzosas, volved al esplendor que habíais adquirido, a la eminente política que os habíais elevado y de que sólo un accidente de la naturaleza, de que se valieron vuestros opresores, os pudo hacer bajar”.
El 10 de mayo, como Comandante en Jefe, lanza en San Antonio del Táchira la proclama de Guerra, e inicia desde San José de Cúcuta su marcha hacia la ciudad de los Caballeros de Mérida.
Días más tardes, precisamente desde La Grita el Ejército emprende jornada hacia la Ciudad de Santiago de Los Caballeros de Mérida. El 22 de mayo, pernoctó el Brigadier Simón Bolívar con el Ejército Patriota en la Hacienda El Moral, a corta distancia de la Villa de Ejido.
Simón Bolívar, Jefe del Ejército Patriota, hizo su entrada el día 23. Eran las 9 de la mañana cuando las cornetas y tambores de la Banda Militar sonaron en su recorrido hacia la Plaza Mayor de la Villa de Ejido. Entraron por la calle que hoy se conoce como Calle Justo Briceño. En esta Plaza lo reciben la heroína ejidense Isabel Briceño de Fornéz y distinguidas personalidades como: el Dr. Cristóbal Hurtado Mendoza, prócer civil (Primer Presidente de Venezuela, también de amplia figuración en la Provincia de Mérida), el Padre Ovalles (célebre Cura de El Morro), Don Eugenio Briceño (padre del futuro General Justo Briceño Otálora) y el Capitán Vicente Campo Elías, español que abrazó la causa de los patriotas, incorporándose al Ejército de Bolívar, hasta ofrendar su vida en el campo histórico de San Mateo, en 1814. Mientras el pueblo con gran entusiasmo exclamaba: ¡Bolívar, Bolívar! Saliendo al paso del joven dirigente campesinos, hacendados, los letrados y personas notables de estas comarcas agrícolas. Venía acompañado de valeroso combatientes que más tarde se cubrirían de gloria en los campos de batalla, tanto en tierras venezolanas como en otros lugares de América; entre ellos los arrojados neogranadinos: Coronel Atanasio Girardot y el Capitán Manuel D´Elhuyar, Así como otros oficiales venezolanos: José Félix Ribas y Rafael Urdaneta, quienes también formaban parte del escolta triunfal.
Continúa la marcha del Ejército Patriota, en dirección a la ciudad de los Caballeros, Bolívar se hospeda a una cuadra de la Iglesia de El Llano.
La ciudad de Mérida se alegra, sus calles solitarias se llenan de gente del pueblo, repican las campanas de las Iglesias, en los balcones de las casas dulces sonrisas de hermosas mujeres esperan con inquietud al Héroe y a su distinguida comitiva. El valeroso Ejército entraba a la Ciudad de Mérida, la muchedumbre lo aplaude y proclama a Bolívar llamándole LIBERTADOR, título que por primera vez escuchara y que posteriormente fuese ratificado en el Templo de San Francisco de Caracas; la bandera tricolor de Miranda y la del Congreso de la Unión Granadina , en manos de la Caballería , afirmaban la lucha contra la opresión extranjera y la usurpación de la Primera República.
Bolívar hace acto de presencia en el recinto de la Casa Consistorial (situada en el mismo lugar que hoy sirve de sede al Ilustre Concejo Municipal de Libertador); es recibido en Asamblea Pública por los patricios, togados y sacerdotes y todo el pueblo agolpado frente a la Casa Consistorial lo aclama: “Permitidme señores – les dice Simón Bolívar- expresaros los sentimientos de júbilo que experimenta mi corazón al verme rodeado de tan esclarecidos y virtuosos ciudadanos, los que formáis la representación popular de esta patriótica ciudad, que por sus propios esfuerzos ha tenido la dicha de arrojar de su seno a los tiranos que los oprimían”.
Aguerridos patriotas reciben al Héroe, a la oficialidad y soldados bajo su mando y tal circunstancia suman en su espíritu la vocación por la causa de la libertad, destacando sobremanera: Luís María Rivas Dávila, Antonio Ignacio Rodríguez Picón, Buenaventura Arias, Francisco Antonio Uzcátegui, Los Nucete, Francisco Ponce, Fermín Ruíz Valero y un hombre que había venido de muy niño de España, acompañado de su tío materno, el Canónigo Don Hipólito Elías González, deseoso de aventuras heróicas, quien se llamaba Vicente Campo Elías.
Don Antonio Ignacio Rodríguez Picón, “El Rey Chiquito”, como lo llamaba el notable escritor merideño Don Mariano Picón Salas, ya es un caballero sesentón para servir a Bolívar en los Páramos que separan a Mérida de Caracas, suministra víveres y cabalgaduras. Rodríguez Picón había ocupado la Presidencia de la Junta Superior Gubernativa Provincial de Mérida entre 1810 y 1811. Su yerno, Vicente Campo Elías, conduce una compañía de milicias formada por quinientos hombres, de los cuales sólo regresaron quince a sus hogares en la ciudad serrana.
Los hijos de Rodríguez Picón se incorporaron al Ejército Patriota, constituyen lo más preciado de su vida y de su principal ofrenda a la causa libertaria: Francisco, de 24 años; será el hombre de largas expediciones por Nueva Granada, Lima, el Alto Perú y concluye en Panamá su carrera de Prócer; Jaime de 16 años, quien muere heroicamente en Los Horcones. El otro hijo, que seguía estudios en el Seminario, Juan de Dios, el amor a la Patria lo hace colgar el hábito, y Gabriel, el menor, se incorporó a los 14 años de edad.
Los nombres de Gabriel y Jaime Picón se asocian a una de las más hermosas cartas de Bolívar, el 25 de julio de 1813, en el Cuartel General de Araure, en uno de los combates librados por el Coronel Rivas al mando de los valerosos merideños, cae gravemente herido el joven adolescente Gabriel Picón, mutilándose una pierna. El Libertador escribe a su padre, patricio merideño Don Antonio Ignacio Rodríguez Picón: “El joven héroe que tan gloriosamente ha derramado su sangre, en el campo de batalla no ha muerto ni tema que se muera, pero si cesase de existir, vivirá siempre en los corazones de sus reconocidos compatriotas y será eternos en los fastos de Venezuela, cubriendo el honor del nombre de Picón. Y tú padre, que exhalas suspiros al perder el objeto más tierno, interrumpe tu llanto y recuerda que el amor a la Patria es primero. Estos son los sentimientos que debe animar a todo Republicano, que no tiene más padre ni más hijos que su libertad y su país”.
Don Mariano Picón Salas, en su excelente relato “El Rey Chiquito y los Niños Héroes”, anota sobre este particular: “Bolívar estaba haciendo la elegía de Jaime Picón, el adolescente de 16 años, que pereció en la Batalla de Los Horcones, Gabriel Picón, en cambio, será el mutilo de Taguanes”.
A su paso por la ciudad de los Caballeros, Bolívar recibe 30.000 pesos en oro, después del terremoto del 26 de marzo de 1812, fenómeno telúrico ocurrido a las cuatro de la tarde de ese día en Caracas, El Tocuyo, San Felipe y otras ciudades de Venezuela. En Mérida causó más de ochocientos muertos. A pesar de las contingencias económicas a causa del terremoto, aparte del oro, Mérida le da cañones, ollas de campana y pólvora, y todo ello fabricado por el célebre Canónigo Uzcátegui, ocupado en esta actividad desde 1810.
El 08 de junio, en proclama anuncia los términos del futuro Decreto de Guerra a muerte, firmado el 15 de junio de 1813, a las 3 de la madrugada, en la ciudad de Trujillo.
No está demás reseñar y recordar, cuál es el objetivo principal de esta crónica, el aporte y valiosa contribución de la mujer merideña de la lucha patriótica: Anastasia la criada del Convento de las Clarisas, se incorpora a la causa con el disparo de un trabuco y el toque de un tambor de guerra a altas horas de la noche. Con esta singular acción confunde a las tropas de Correa, que se encontraban acantonadas en la Plaza Mayor de Mérida, cuando el comentario era que las fuerzas de Bolívar estaban sobre la ciudad de Mérida. Tal hazaña no habría, a nuestro entender, otro calificativo que precipitó la huida de las huestes realistas y la ocupación de la Plaza por los patriotas, el 08 de abril de 1813.
María del Rosario Navas, la planchadora del Barrio El Espejo, al saber que su hijo lo había tachado el Ejército por inválido, corre a la Plaza , hace saber que la invalidez alegada era transitoria y ofrécese para cargar el fusíl, mientras su hijo sana, llega hasta Timotes, donde ya hábil su hijo, el entrega el arma, lo abraza y lo bendice.
Isabel Briceño de Fornéz, heroína ejidense, prima hermana del General Justo Briceño, esposa de Don Jaime de Fornéz, quien después del terremoto fue depositaria de los tubos del gran órgano de la Catedral , tubos que eran de plomo y habían sido llevados a la Villa de Ejido, en secreta conversación con el Presbítero Francisco Antonio Uzcátegui, esta heroína ejidense, evade la orden del Déan de la Catedral de Mérida, Irastorza, para enviar a Correa aquel valioso material y sustituye en los tubos, los tubos por caña de azúcar, los tubos sirvieron posteriormente para la elaboración de municiones y fusiles para los patriotas.
Las columnas de vanguardia entraron a la ciudad de Trujillo el día 10 de junio, fecha en que el Libertador salía de Mérida, habiendo permanecido 18 días en la ciudad de Los Caballeros.
Otro aspecto importante relacionado con el punto central de esta reseña lo constituye el hecho de que fue el prócer Gabriel Picón a quien le correspondió erigir en 1842, el primer monumento en el mundo al Libertador, hecho éste de por sí sobresaliente en memoria del Héroe. Gabriel Picón siendo Gobernador de la Provincia de Mérida, con la erección de la columna a Bolívar, así se llama este monumento situado hoy en el Parque de las cinco Repúblicas (frente al Cuartel Rivas Dávila), consagrado como Bolivariano del primer orden entre los ilustres soldados del Libertador.
Aparte de lo expuesto, no nos ha animado otro deseo sino el de contribuir a valorizar sobre todo en las nuevas generaciones el recuerdo y la admiración por la obra y la actuación de los más sobresalientes Héroes Merideños y Ejidenses, al mismo tiempo, exponer de relieve -a nuestro entender- la capacidad político militar del Libertador, sobre los acontecimientos que ocurrieron en 1813, en plena Campaña Admirable, en nuestra ciudad de Mérida.
Y fundamentalmente me permito recalcar, porque Venezuela está en un momento crucial, crítico por la penetración de tesis, teorías, esquemas, planificaciones, así como de usos y costumbres, posturas e inclinaciones a valorizar otras tendencias y pensadores que nada tienen que ver con la idiosincrasia y sentir del venezolano, cuando por el contrario tenemos suficiente material (en todos los sentidos, órdenes y aspectos) que nos sirven de base para la forja de un país libre y soberano. Basta citar la inmensa obra literaria de Bolívar y los patriotas, como ejemplo de la conducta a seguir en esa ardua tarea que implica la búsqueda y solidificación de la genuina identidad nacional, atropellada por la injerencia del imperialismo a todas luces ajena a nuestra esencia socio-económico- cultural y contraria a la realidad de nuestro proceso histórico.
Fuentes:
Tulio Febres Cordero: “Bolívar en Los Andes”. Archivo de El Libertador. Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Gerard Mashur. “Simón Bolívar”. Editorial Grijalbo.